Vampire Knight: Nahomi Higurashi
La siguiente historia esta basada en la trama y los personajes de Vampire Knight de Hino Matsuri-sensei
En un principio cuando el mundo aun no era mundo, nacieron entre los humanos criaturas superiores en fuerza, resistencia, incluso longevidad, aunque su apariencia fuera igual a la de los humanos estas características súper humanas los llevaron a ganar el nombre de vampiros, sin embargo pese a todas sus fortalezas estas criaturas llevaban sobre sus hombros una terrible maldición, a cambio de su fuerza y su vida eterna se les condenó a sufrir de una sed insoportable que solo podía ser satisfecha por aquello que daba la vida a los humanos, la sangre.
Los primeros, más fuertes; lograron controlar su sed casi por completo al ver que cada vez que saciaban sus instintos a costa de la vida de otro, éste se convertía en una criatura sin razón casi tan monstruosa como su mismo pecado; en ese tiempo los humanos vivían con temor y algunos de nosotros también, el temor del poder, un poder tan grande que era difícil de controlar, aquellos que poseían la habilidad para convertir a simples humanos en monstruos, aquellos capaces de sobrevivir sin importar que tan sangrienta fuera la contienda, a nosotros los más fuertes nos llamaron "sangre pura"; ¿Quien? bueno, ha pasado demasiado tiempo para recordarlo, es difícil saber como comenzó todo, quien nos creo, como fue que llegamos a nacer así, los recuerdos de una época tan distante como la misma creación se vuelven borrosos al pasar los años, sin embargo hay recuerdos que nunca se irán, sin importar cuan fuerte intentemos desaparecerlos. En ese entonces, solía viajar por aldeas humanas tratando enfermos, ya que mi cuerpo era inmune a cualquier enfermedad humana, pensé en retribuir un poco aquellas vidas que arrebaté cuando aun no tenía control salvando las que más pudiese, en esos viajes conocí algunos como yo, unos mas amables, unos con más conciencia que otros, pero así como los conocía desaparecían, quizás nuestra raza era después de todo solitaria y nómada.
Y así fue como un día salí de una pequeña aldea del sur con un par de compañeros, atravesamos unas dunas que nos dejaron tanto cansados como sedientos, con nuestras provisiones al límite, divisamos una ciudad un poco más poblada de lo habitual y decidimos pasar a reabastecernos.
Pasando por un pequeño monte antes de entrar en los limites de la ciudad, sentí la presencia de nuestra raza, como era tan poco común encontrar a alguien como nosotros propuse ir a buscarlo y presentarnos, quizás estaba tan confundido y sólo como lo habíamos estado todos al principio.
Lo vi sentado en las ruinas de una pequeña construcción, con la mirada perdida y triste como si se estuviera fundiendo poco a poco con una oscuridad tan profunda como la que nos forjó; me acerqué lo más despacio que pude para que tuviera tiempo de percibir mi presencia, honestamente lo veía como un pequeño ciervo perdido, (como han cambiado las cosas desde ese entonces) se dio la vuelta y sus ojos preciosos como el rubí más puro no conocían el pecado que reposaba sobre nuestros hombros, y con la expresión más sorprendida que le vi por el resto de su vida le hable.
-tu nombre? -pregunté sin siquiera un hola, pero hubo silencio
-no tienes uno?, bien, entonces te llamaras Kaname escrito y pronunciado como el nombre de mi ciudad natal.
Dio de nuevo la vuelta y yo me alejé pensando que necesitaba un poco más de tiempo para acostumbrarse a lo que me imagino que le sería nuevo, haber encontrado más como él.
Luego de un tiempo escuché que en aquel lugar corrían rumores de un monstruo que trataba a los enfermos con su propia sangre y en la noche robaba pequeñas cantidades a los habitantes, quise comprobar quien era aquel "monstruo", pero cuando llegué a las afueras del pueblo; vi a Kaname sentado en la raíz de un árbol mirando hacia el pueblo con esa misma mirada triste que acongojaba mi corazón, lo llamé pero parecía que mi voz no lo alcanzaba ... luego de intentarlo sin éxito un par de veces, mi voz llegó hasta él y volteó con sorpresa, no puedo expresarte con palabras la tristeza que me provocó su mirada, tan triste, tan gentil, que no tuve más opción que extenderle mi mano.
Tras de explicarle que conocía un lugar donde personas como nosotros se reunían lo convencí para que me acompañara, estaba muy débil, había reducido su cuerpo a solo unas cuantas gotas de sangre al día, lo cual no era suficiente, así que cuando llegamos al refugio, cayó en cama exhausto
Al transcurrir un par de días recuperó la conciencia, se veía famélico, aunque sabía que para nosotros las enfermedades no eran algo para preocuparse, mi corazón no podía estar en paz viéndolo así; honestamente no entendía quién era él pero me preocupaba cada vez que lo veía. Cuando por fin abrió los ojos extendí mi brazo e intenté esconder mis preocupaciones haciéndolo reír.
- Vamos, bebe… y no me vayas a salir con que olvidaste como usar tus colmillos o algo así… bien?
Pero mis intentos fueron en vano, él no río, su rostro estaba triste, y mi corazón se sentía sólo al ver esa tristeza, en ese momento me pregunté si no habría nada a mi alcance para hacer a esa persona un poco más feliz, si solo pudiera verla sonreír desde el fondo de su corazón eso sería suficiente para mi.
Comenzamos a vivir en la misma casa así que nos hicimos cada vez más cercanos, sentía que quería protegerlo, que era una persona muy importante para mí, pero con las circunstancias cada vez más duras nos era imposible pensar en algo que no fuera solucionar los problemas de los humanos y de nuestra raza.
Cada vez habían más y más de nosotros, aunque no contaban con toda nuestra fuerza ni con nuestra resistencia, eran mucho más fuertes que los humanos y se multiplicaban de una manera atroz, destrozaban poblados enteros, aquellos a los que no asesinaban para calmar su sed, los convertían en sus esclavos, ejércitos enormes incapaces de desobedecer sus ordenes.
Kaname y yo luchábamos contra ejércitos enteros de esos soldados, y aunque su poder era enorme nosotros también contábamos con aliados que estaban dispuestos a luchar a nuestro lado por un mismo ideal, la convivencia pacifica de ambas razas.
Incontables batallas se libraron e incontables vidas se perdieron, nuestros esfuerzos por proteger a los humanos eran vistos como una lucha por poder y territorio así que incluso a quienes trabábamos de salvar nos veían como enemigos. Kaname solía pasar días enteros haciendo pruebas y experimentos tratando de encontrar algo que diera fin con la guerra que teníamos entre manos, aunque el tiempo no es algo por lo que nos tuviéramos que preocupar, ni él ni yo queríamos pasar más de ese eterno tiempo luchando, sin embargo mientras más buscaba, mientras más pruebas hacía, más seguro estaba que lo único que podía destruirnos realmente.... éramos nosotros mismos, solía tomar muestras de su propio cuerpo y exponerlas a diversas sustancias, aunque se curaba de inmediato, no podía evitar sufrir cada vez que se mutilaba aunque fuera solo un poco para encontrar la misma respuesta siempre, imagino que era su sacrificio por un pecado que creía suyo pero pensando cada vez más en encontrar una solución se enfrascaba en un mundo al cual me era difícil entrar.
La primera generación, más fuerte que todas las demás trató de conservar su estatus por medio de la purificación de su sacramento, su sangre debía mantenerse espesa, perfecta, y aunque fue difícil muchos mantuvieron la voluntad para conservar su estirpe como pura, aquellos que se jactaban de la pureza de su sangre se convertían en los comandantes de ejércitos enormes buscando poder y territorio, cada vez la situación era peor, y se hacía más evidente que la única manera de terminar con esa guerra era sacrificando nuestras propias vidas.
Una noche llegué a casa después de pasar por un campo de entrenamiento, los humanos, débiles, temerosos y cada vez menos intentaban en vano luchar contra un ejercito invencible de los que antes eran sus amigos, la vista era deprimente, así que me apresure a llegar antes que las lagrimas salieran de mis ojos, sin embargo cuando cruce la puerta, vi de nuevo a Kaname ensimismado en su laboratorio improvisado con lo que pudimos conseguir, su expresión me asustó, nunca lo había visto tan seguro y tan sombrío, podía ver en sus ojos el reflejo de una decisión que me rompería el corazón, pregunté que ocurría pero su silencio solo confirmó mis miedos, “estás pensando en la muerte”, me dije a mi misma mientras acaricié su cabello y seguí mi camino.
Esa noche la use para descansar, me quedé viendo un punto fijo durante horas tratando de despejar las dudas que crecían sin detenerse, y al final lo supe; el verlo sacrificar su vida sería un peor dolor que la misma muerte, deseaba protegerlo, deseaba que viviera y que fuera feliz así yo no fuera la razón de su felicidad, cuando esos pensamientos cruzaron mi mente, me di cuenta... quizás en verdad lo amaba.
Cuando el sol se ocultó de nuevo, tomé mis armas y me dirigí al campo de batalla, Kaname me esperaba al frente con esos ojos llenos de serenidad y tristeza, esos ojos que habían llenado los míos tantas veces, tuve que cubrirme un momento para que mi piel no reflejara mi decisión, lo tomé del brazo y antes que notara mis lagrimas lo subí al caballo, lo llevé hasta el castillo que construían aquellos que habían sido transformados, y lo empujé al suelo antes que notara lo acelerado de mi corazón y mi respiración.
No quería luchar, no quería acabar con más de nuestra raza, no ahora que estábamos por fin todos juntos, pero era imposible no hacerlo, y se me rompía el corazón de pensar que estaba poniendo esa responsabilidad en sus brazos
No pude evitar que una lagrima saliera de mis ojos, en el momento en que se acercó a mi y puso su mano sobre mi mejilla, "estoy bien", "pero tu estás algo pálida" esas palabras retumbaron en mis oídos, sabía que eran las últimas palabras que escucharía de sus labios así que las grabé en mi corazón lo mejor que pude, traté de pensar que era un esfuerzo común, muchas personas estaban luchando por un solo ideal así que no tenía porqué sentirme de esa manera, aunque yo no estuviera más con él, ya nunca más estaría sólo, mirando al cielo con esa mirada ahogada en la oscuridad, ahora tendría muchas personas a su alrededor, por siempre.
Cuando lo pensé así, mi corazón se tranquilizó y fui capaz de sonreírle una última vez, así tomé su rostro entre mis manos y dejé en sus labios mi despedida, el último trozo de mi corazón, quedo sellado en sus labios para siempre; "eres un buen chico Kaname" "harás un buen trabajo así yo no este a tu alrededor" esas palabras las dije desde el fondo de mi corazón, y sin decir nada más lo dejé para enfrentar la decisión que esos ojos rubí me habían hecho tomar.
Llegué donde se encontraban los pocos humanos que habían resistido y les expliqué que había una forma de luchar contra mi raza, al principio no muchos confiaban en mis palabras, pero imagino que después que expliqué la situación comenzaron a creer; aunque sabía que muchos iban a morir, aquellos que resistieran serían la esperanza para su pueblo, así que por el bien del mundo, de los humanos, de nuestro sueño y sobretodo, por el bien de la felicidad de mi persona más amada... tomé el corazón que latía en mi pecho y con fuerza lo arranqué, lanzándolo a una cuba de metal fundido, de allí obtendrían las armas especiales que en verdad podrían herir de muerte incluso hasta un sangre pura, con la poca fuerza que me quedaba, les pedí a aquellos que no se habían desmayado por la impresión que tomaran mi sangre e incluso comieran mi carne, eso seguramente los haría no solo fuertes sino resistentes para poder defenderse a si mismos y a su pueblo.
Quise dejar todo allí, pero mi alma se sintió insegura, ni siquiera la muerte podía desaparecer éste sentimiento, así que me quedé con él, incluso cuando mi cuerpo yacía inmóvil sobre una mesa y su expresión era aterradora, incluso en ese momento estuve con él, es increíble el poder del que disponemos, incluso la muerte no nos puede detener cuando realmente tenemos un propósito, mi mayor deseo era protegerlo a él y solo a él, así que incluso luego de arrancarme el corazón seguí con él, escuché cuando susurró que debía ser él sobre la mesa, y aunque ya sabía lo que planeaba, el escucharlo fue más duro de lo que pude nunca imaginar, sin embargo me quedé con él, entendí el daño que le hice, por el resto del tiempo de la humanidad contaron mi historia como heroica, aquella que sacrificó su propia vida para que los humanos tuvieran una oportunidad, la verdad es que fue el acto mas egoísta que pude nunca cometer, preferí la muerte sabiendo el dolor que le iba a causar a aquel que amaba, antes que sufrir su perdida, y lo entendí en el momento en que vi la expresión de su rostro cuando mi cuerpo se hizo pedazos en frente de todos.
Kaname usó el metal fundido con mi corazón para crear armas, y él mismo los organizó y les dio papales que cumplir, de ésta manera "la nueva gente" nació y la guerra acabó o al menos se controló, las armas eran utilizadas para cazar a los que habían perdido el control, así que la nueva gente tomó luego el nombre de cazadores, Kaname se quedó para sí con una de las armas que forjó, aquella llamada Artemis, en ella yace parte de mi, quizás la mayor parte, y por eso la atesora, por eso siempre estuve con él.
Cuando la situación se controló, nuestra raza desapareció de la historia, y pasamos a ser solo una leyenda conocida como verdad solo por aquellos que pertenecían a ella y aquellos que nos cazaban, así que Kaname decidió entrar en letargo, y yo entré con él, más de diez mil años durmió mi alma a su lado, sin forma, sin rostro, solo con la fuerza de un sentimiento que no se desvanecía con el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario