domingo, 3 de noviembre de 2013

Vampire Knight: Nahomi Higurashi CAPITULO 3



3
Con frecuencia me escapaba de la mansión para visitar a Kaien, fuera donde fuera que estuviese, yo siempre sabía como encontrarlo, y él siempre sabía que yo me acercaba así que no importaba que tan ocupado pudiese estar, abandonaba todo para verme, me contaba que desde que se había retirado de la asociación, había estado preparando los papeles para abrir una academia, donde se planeaba albergar tanto humanos como vampiros, toda la idea me parecía descabellada, sin embargo era una buena oportunidad para intentar fortalecer una convivencia pacifica y estaba segura que en las manos de Kaien sería todo un éxito.

De vez en cuando también pasaba por aquella pequeña casita en medio de la ciudad donde viví con él, sabía perfectamente donde escondía la llave para entrar así que cuando me cercioraba que nadie me estuviese siguiendo entraba y me quedaba allí durante horas, aun se sentía la presencia de Kaien aun cuando él había abandonado esa casa hacía tanto tiempo como yo, sin embargo aun estaba allí, su aroma, podía sentir como me rodeaba, quizás por eso me gustaba tanto estar allí, el único inconveniente siempre fue el tiempo, me molestaba que aunque tuviera la inmortalidad en mis manos cada segundo de mi vida estuviera controlado por una agenda inalterable, así que cuando volvía a la mansión siempre me esperaba un sin fin de sermones acerca de mis responsabilidades, aun así, siempre aceptaba mi error y me disculpaba con todos por preocuparlos, me fui acostumbrando a los protocolos, y mi educación me convirtió en lo que todos esperaban de una princesa sangre pura.

Una noche, me encontraba en mi habitación leyendo un libro sobre los interminables viajes de un marino en altamar, la lectura me parecía interesante así que no era extraño que más tarde esa noche hubiera terminado con el libro, sin embargo, mientras leía, sentí la presencia de Kaname que se acercaba, y percibí un olor a sangre que alteró mis nervios al punto de salir corriendo por toda la mansión para ser la que abriera la puerta. -¿Cuántas veces ese hombre va a preocuparme así?- pensé mientras corría a la puerta; el mayordomo se encontraba cerca así que le ordené que se alejara y que nadie me interrumpiera el resto de la noche en mi habitación. Abrí la puerta de un golpe y llegando al pórtico se encontraba Kaname cubierto de sangre, cargando a nuestro secreto en brazos e inconsciente, él se detuvo al verme, y yo no pude pronunciar palabra, -están muertos- susurró, mi corazón se detuvo por un instante, sabía a quien se refería pero no podía creerlo; sin el tiempo suficiente para asimilar la idea, entramos a la mansión lo llevé a una habitación y ordene a todos que no se acercaran bajo riesgo de muerte, Kaname recostó a la princesa Kuran en un sofá, y me pidió de favor que me cerciorara que no estuviera herida, estaba en shock, su rostro mostraba la misma expresión que al ver mi cuerpo destrozándose en miles de pedazos, me apresure a revisarla y me di cuenta que de toda la sangre que estaba en su cuerpo ninguna le pertenecía a ella, así que lo tranquilicé y le pedí que me contara que había ocurrido.

El mismo monstruo que había dado muerte al primer hijo de Juuri y Haruka para despertar a Kaname, había ido a la mansión Kuran con un ejército de humanos transformados dispuesto a acabar con la vida de todos y convertir a la princesa en su esposa. Hubo una lucha sangrienta, Haruka sacrificó su vida luchando contra ese ejército de monstruos, y Juuri prefirió la muerte con tal de darle a Yuuki una vida lejos de la manipulación y la hipocresía de la nobleza de nuestra raza, así que selló sus colmillos y todos sus instintos para que pudiera vivir como una humana  por el resto de su vida.

Cuando Kaname terminó con su relato, las piernas me temblaban, como era posible que alguien hubiera podido acabar con la vida de aquellas personas tan cálidas y amables, Kaname se encargó de destrozar su cuerpo, tanto que necesitaría 10 años para recuperarse, siendo ese monstruo quien lo había despertado de su letargo milenario, no le era posible terminar con su vida con sus manos, así que lo destrozó tanto como pudo tomó en brazos a la princesa y llegó a mi puerta.

Ahora lo más importante era qué hacer con ella, nadie podía estar al tanto de su existencia mucho menos ahora que era una simple humana, eso sería un suicidio, luego de mucho pensar, le sugerí a Kaname que la pusiera en manos de Kaien, él era parte de nuestro secreto, ya que Juuri le había confiado el secreto de la existencia de la niña, así que lo más seguro para ella era que estuviera con él, después de todo ¿Quién más apto para protegerla de un ejercito de vampiros asesinos que un cazador llamado legendario?.

Así que luego que cambiara su ropa y limpiara la sangre impura que la cubría Kaname de nuevo la tomó en brazos y saliendo de la habitación me prometió que volvería. Estuve un par de horas aferrada a la ventana esperando por su silueta, él volvería, después de todo me lo había prometido, luego de mucho esperar por fin sentí su presencia que se acercaba, antes que tocara el timbre ya me encontraba en la puerta lista para recibirlo, no pude evitar saltar a sus brazos, era un gran alivio para mí ver que se encontraba bien, lo llevé a mi habitación, era claro que estaba exhausto y necesitaba descansar, así que me quedé a su lado velando su sueño, sin embargo antes que me diera cuenta yo también caí dormida, no supe cuanto tiempo pasó, pero unos golpes en la puerta me despertaron, lo primero que pensé fue que con Kaname también podía soñar, estando a su lado las pesadillas no ocupaban mi mente. Y así ha sido siempre, solo puedo conciliar el sueño cuando tengo a uno de mis caballeros a mi lado, de otro modo solo me esperan horribles imágenes que me rehúso a ver.

Mientras aun dormitaba, el mayordomo llegó a mi habitación diciéndome que debía bajar de inmediato, lo cual por supuesto no es un muy buen despertar, cuando llegué a lo alto de las escaleras vi a la cabeza del consejo de ancianos esperándome en la entrada.

-Ichiou-dono, que lo trae por aquí. 

Ese hombre me llegaba a los nervios, su carácter afable y complaciente es solo una fachada que esconde su personalidad manipuladora, y su gran idolatría con los sangre pura, solo demuestra lo mucho que nos odia; me dijo que se había enterado de la tragedia en la casa Kuran y que estaba allí para llevarse a Kaname con él, era obvio que uno de mis sirvientes lo había puesto sobre aviso y que ahora se llevaría a Kaname y haría su vida miserable, le expliqué que él estaba perfectamente seguro y que se podía quedar en mi mansión el tiempo que fuera necesario, sin embargo antes que terminara mi discurso, Kaname salió de la habitación y me interrumpió.

–esta bien Nahomi, estaré bien con Ichiou-san

Era claro que solo estaba cediendo ante el consejo, él sabía tanto como yo de la hipocresía de ese hombre y lo odiaba incluso más que yo; bajó las escaleras y yo bajé tras él, Ichiou se acercó y puso un abrigo sobre sus hombros expresándole su gran pesar por el suicidio de sus padres, ¡¿suicidio?! Qué quería decir, no era posible que en verdad creyera que podría cubrir el horrible crimen del que fueron victimas Haruka y Juuri y que lo haría ver como un suicidio, realmente me enfureció, sin embargo Kaname giró la cabeza y con una mirada me silencio, Ichiou puso su brazo sobre los hombros de Kaname y lo empujó hacía la puerta, vi como se empezaron a alejar, -¡Kaname!- lo llamé en un intento por detenerlo, él se dio la vuelta y solo le pude decir –cuídate- me regalo de nuevo esa sonrisa tierna que siempre ame, y cabizbajo entró en el auto de Ichiou, se alejaron y la puerta de mi mansión se cerró, por un momento me sentí completamente sola en el universo. Entonces fue cuando recordé, alguien me había traicionado, así que me di la vuelta y todos los sirvientes de la casa estaban alineados.

 -¿Quién fue? ¿Quién llamo a Ichiou?- 

Estaba furiosa, la ira se había apoderado completamente de mi, Kaname ahora estaba condenado a una vida miserable al lado de ese hombre, cuando hubiera podido quedarse a mi lado, y pensar que había un culpable para eso hervía mi sangre, en tanto, uno de los sirvientes dio un paso al frente, y postrándose de rodillas aceptó su culpabilidad, había sido él quien por preocupación había dado aviso al consejo, entre cien perdones que rogó postrado de rodillas con la frente en el suelo, yo di unos cuantos pasos hacia él y lo asesine, su cuerpo estallo en mil pedazos, nunca en toda mi vida había dado muerte a una persona tan despiadadamente, sin embargo nunca me arrepentí.

Luego de eso, pasó el tiempo, sin importarme lo que dijeran iba a visitar a Kaname cada vez que él me necesitaba, y cada vez que llegaba a mi puerta lo recibía con un abrazo y todo mi corazón, los siguientes años pasé todo el tiempo que pude con él, las fechas importantes, todo aquello que lo pudiera lastimar me empeñaba en quitarlo del camino, y por siempre lo cuidé, luego entró a la academia cross allí la tendría cerca y ya no se sentiría solo, o al menos eso fue lo que pensé pero salió todo al revés, el tenerla a su lado  sin poder decirle la verdad lo destrozaba así que era yo quien tenia que levantar los pedazos de su corazón y volverlos a unir.

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