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Y entonces, sucedió algo que ninguno de los dos esperaba, uno de los descendientes de la familia Kuran, llegó al mausoleo donde habíamos reposado durante toda una eternidad, cargando en brazos un bebe que apenas lloraba, destrozó su cuerpo y dio de beber esa sangre a aquel que dormía tan profundamente, yo también estaba allí, el olor de esa sangre tan inocente nos despertó a ambos, me di cuenta que de nuevo volvería a la vida quien quería dormir para siempre, me imaginé lo sólo que se sentiría de nuevo, de nuevo la tristeza, de nuevo el vacío, la preocupación y el dolor de los recuerdos me llevaron a una cuna lista para recibir una nueva vida, mi Kaname se había reducido a si mismo a la misma edad que tenía el pequeño ya que su cuerpo estaba muy desgastado y no había forma de recuperarse sin una masacre, de esta manera volvió a ser un bebe y puso su vida en manos de los padres de aquel niño, que encontrándolo muerto decidieron no guardar rencor y amarlo a él como habrían amado a su propio hijo, también selló su memoria para darse la oportunidad de vivir de nuevo sin los recuerdos torturantes de su pasado y yo... bueno aquella cuna hubiera quedado vacía para siempre de no ser por mi…
Una madre daba a luz a su hija y con la expectativa que produce el nacimiento de un sangre pura, el evento se había convertido en una reunión masiva de nobles que esperaban ser los primeros en ver a la nueva princesa, toda la escena me resultaba repugnante, sin embargo cuando vi más de cerca me abrumó la tristeza, tanto madre como hija, ambas muertas, al parecer no habían tenido la fuerza suficiente para luchar por sus vidas, quizás esto sería una oportunidad, eso fue lo que pensé cuando vi ambos cuerpos tendidos sin vida, así que siguiendo el ejemplo de mi amado entré en el cuerpo de la pequeña pensando que así podría estar una vez más cerca de él para protegerlo, después de todo no era fortuito que mi alma se hubiese quedado a su lado para siempre.
Y así crecí con un padre que no era el mío, con mis poderes reducidos por el tamaño de mi cuerpo, pensé en sellar mi memoria tal y como lo había hecho Kaname, sin embargo preferí no hacerlo, después de todo había la posibilidad de no volverlo a ver, y si lo olvidaba no tendría sentido el haber vuelvo a la vida.
Comencé a vivir con ese hombre a quien por costumbre llamé siempre papá, al haber nacido en la cuna de una princesa sangre pura tuve todo el tiempo a mi alrededor cientos de sirvientes dispuestos a dar su vida y su sangre para complacerme, pero también tuve que ver como ese pobre hombre perdía poco a poco la cordura gracias a la muerte de su amada esposa, en cierta medida lo comprendía, no quería siquiera imaginar el dolor que se sentía al ver morir a la persona más amada.
Poco a poco la mansión fue quedando vacía, gracias a la paranoia de mi padre que lo fue consumiendo; cuando cumplí dos años de edad mi padre me vistió e incluso arreglo él mismo mi cabello; acepto que me resultó algo incomodo, aunque tuviera el cuerpo de una niña, mi mente estaba consciente que no lo era así que la situación me avergonzaba, con las pocas palabras que podía pronunciar, pregunté a que se debía todo lo que estaba pasando, mi padre me contempló por unos instantes y luego con una débil sonrisa me susurró que iríamos de visita.
Mi padre me llevó de la mano hasta el portal de una mansión enorme donde abrió la puerta un hombre bastante encantador, si debo dar una opinión, que me felicitó por mi cumpleaños como si fuera un gran evento, teniendo más de diez mil años de recuerdos era extraño que me felicitaran por algo tan trivial como el ser un año más viejo, sobretodo teniendo en cuenta que soy inmortal.
Nos llevó a la sala de estar donde luché por subir en el sofá más grande que había conocido jamás, honestamente el ser tan pequeña comenzaba a molestarme, cuando lo logré noté que otra persona había entrado a la habitación, tan oxidados estaban mis sentidos que ni siquiera percibí su presencia, ella era una mujer hermosa lo supe porque se acercó a mi con una gran naturalidad y me estrechó en sus brazos con una calidez que no había sentido hacía mucho tiempo me felicitó por mi cumpleaños y de nuevo tuve el mismo conflicto interno... ¿tanto tiempo he dormido que los cumpleaños se volvieron importantes?, sin embargo agradecí con la cabeza ya que mi lengua se paralizó de la sorpresa, en el momento en el que el hombre dio la vuelta y con una voz firme pero amable grito: "Kaname, ven a felicitar a la princesa Higurashi", el corazón se me aceleró, mis manos temblaban y mi respiración entrecortada me hacía ver borroso, vi la silueta de un pequeño que entraba caminando con dificultad a la sala, cuando recuperé el aliento lo miré a los ojos, y fue tal la sorpresa que no pude pronunciar palabra, "feliz cumpleaños princesa Higurashi" pronunció con una sonrisa, esa sonrisa por la que había dado mi vida, sentí que el corazón crecía como un globo a punto de explotar, las lagrimas me llenaron los ojos, y mis manos comenzaron a temblar, que débil , que tonta, todo esto por una sonrisa, pero aun así no pude contenerme, quise saltar a sus brazos y sentir su calidez, pero su rostro no reflejaba más que confusión, y fue cuando lo recordé, él había sellado sus recuerdos, no sabía quien era yo, y aunque lo supiera no me recordaría, porque tenía otro rostro, él no sabía quien era, no sabía nada, no sentía nada, esa sonrisa era solo una cortesía, y yo solo era una niña que sin razón lloraba solo por verlo, sentí una ola gigante que se estrellaba contra mi, él no me recordaba, me había olvidado, no pude evitar caer al suelo y aquellas lagrimas que había derramado por la emoción de verlo, por la calidez de su sonrisa, se convertían rápidamente en lagrimas de un dolor tan profundo que me impedía respirar, todos en la sala trataron de consolarme, y aquel niño que aun amaba se sintió responsable, y el ver que sufría por el desconcierto que le producía mi llanto me dolía aun más, no podía dejar de llorar sin importar cuantos tontos juguetes me pusieran en frente.
Luego de un rato, me calmé y comenzó la celebración había una torta gigante y toda una montaña de obsequios que los Kuran habían preparado para mi, sin embargo el mayor regalo era poder estar de nuevo al lado de Kaname, mi Kaname, cuando se terminó el día mi padre y yo nos despedimos y aunque me dolía dejarlo de nuevo estaba mas tranquila ya que ahora sabía en donde encontrarlo y era bienvenida en el momento que fuese así que aunque no me recordara podría estar a su lado.
Pasaron los meses y mi padre cada vez estaba peor, se encerraba en su habitación por días y días, ni siquiera salía para tomar algo de sangre así que cuando decidía salir estaba siempre muy débil, en la casa solo quedaban algunos sirvientes aquellos más callados y más prudentes, que habían logrado escapar al ojo paranoico de mi padre que estaba convencido del peligro que corríamos con gente a nuestro alrededor.
Un día me encontraba en el jardín viendo como se abría un capullo de mariposa, cuando se acercó a mi el mayordomo con una carta sobre una bandeja, me la dio y sonrío esperando ver mi reacción, cuando la abrí me di cuenta que era una invitación para la fiesta de cumpleaños de Kuran Kaname, no pude evitar que una sonrisa recorriera todo mi rostro, corrí, lo más que pude con las piernas de una niña tan pequeña y busqué un vestido que concordara con la ocasión, fui a avisar a mi padre de la invitación sin embargo él no mostró mucho entusiasmo con la idea, así que una de las nanas me llevó, entré a la mansión y el ambiente era muy diferente del que conocía, la gente siempre sonreía y los padres de Kaname eran personas muy amables y cálidas, realmente me sentía cómoda estando allí, además me alegraba saber que mi querido Kaname se encontraba rodeado de tanto amor, cuando nos encontrábamos abriendo los obsequios que yo personalmente había escogido para él, sentí el olor de alguien nuevo, un olor dulce como si se tratara de un pastel recién horneado, la curiosidad me obligó a levantarme de la mesa para seguir el olor, Kaname no notó mi ausencia ya que estaba demasiado entusiasmado con el libro que le había dado como obsequio, siendo la persona que más lo conocía no era extraño que hubiera escogido correctamente.
Caminé por un corredor tan largo que comenzaba a marearme, sin embargo llegué al final sin encontrar ninguna habitación, pero el olor no se iba, al parecer había alguien escondido en la mansión Kuran y estaba decidida a saber de quien se trataba, recorrí mucho de la mansión, con todos los sirvientes de Juuri y Haruka tras de mi, "¡señorita!" gritaban por todos lados pero siempre encontraba una manera de escabullirme, de alguna manera terminé en el jardín trasero de la mansión, con aquel olor aun a mi alrededor llegué a lo que parecía una entrada oculta en los limites de la propiedad, y allí sentí mucho más concentrado aquel aroma, así que entré, caminé por un largo rato, quizás era demasiado largo o quizás mis piernas eran demasiado cortas, no hacía mucho tiempo había logrado dominar de nuevo la habilidad para caminar y estaba exhausta por la faena.
Al fin llegué a una puerta enorme, decorada como las demás puertas del interior de la mansión, estaba fuertemente asegurada pero yo tenía el poder suficiente al menos para esta tarea, cuando la abrí con mucha dificultad, me sorprendió ver que era un cuarto enorme, sin ventanas y sin acceso alguno excepto la puerta en la que me encontraba, en el centro de la habitación había un moisés lo cual era muy extraño así que me acerqué, pero antes que pudiera ver quien se encontraba adentro, una fuerza absoluta me envío de un golpe al otro extremo de la habitación, ¿quien podría atreverse a golpear a una niña pequeña? fue lo que pensé mientras con dificultad me ponía de pie, pero de nuevo antes que diera vuelta para ver a mi atacante sentí detrás de mi alguien que me abrazaba paralizando cualquier posible movimiento, "¡duele!" grité, pero solo escuche una voz que me dijo con gran enfado: "la viste no es así?" inmediatamente reconocí la voz de Kaname me di la vuelta utilizando todas las fuerzas que una princesa puede utilizar, "Kaname-Kun, me lastimas" le dije mientras lo miraba directamente a los ojos, aunque no lo hacía para persuadirlo, no podía apartar mi mirada de ese color rubí, habían demasiados recuerdos, pero me sorprendí cuando él respondió mi mirada.
¿Me recuerda? me pregunté, y él me soltó con gran delicadeza como si por alguna razón no pudiera hacerme daño, realmente debo estar agradecida, de no haber sido por eso, lo más seguro es que en este momento realmente estaría muerta.
¿Qué haces aquí abajo?- me preguntó, muy confundido aun, le expliqué que había sentido un olor que no había sentido la última vez, sin embargo él se puso muy serio; para ser sincera me resultó bastante nostálgico, -No deberías estar aquí- repitió, pero no lo iba a dejar pasar tan fácil, luego de presionarlo para que me dijera quien era el bebe que estaba en la cuna, accedió a contármelo, no sin obligarme a prometer por todos los medios posibles que moriría antes de revelarlo. Aunque él no lo sabia, cumplir con las promesas que le hacía era mi especialidad.
Comenzó a explicarme que la bebe que estaba en la cuna no era otra que su hermana y que escondían su existencia porque habían muchos enemigos que estarían dispuestos a acabar con la vida de la pequeña si se les daba la oportunidad, y yo entendí que estaban temerosos que ocurriera con aquella pequeña lo que había ocurrido con su primer hijo aquel a quien Kaname había reemplazado sin saberlo aun.
Aunque yo había insistido tanto, me sorprendió en verdad que me contara toda la historia, cuando le pregunté porqué lo hacía, me sorprendió aun más su respuesta. - La verdad es que creo que puedo confiar en ti- no pude evitar sentirme muy feliz, así que continuamos con nuestra conversación, pero mi felicidad duro poco, en medio de su relato mencionó que aquella princesa era su prometida y que sus padres la habían concebido con el único propósito que fuera su esposa.
Sentí como el corazón me subía a la garganta no podía creer que ahora él daría la vida por protegerla a ella, sin embargo me sentí feliz, de nuevo tenía un propósito, de nuevo veía el fuego que se había extinguido cuando mi cuerpo se volvió trizas en aquella mesa, ahora estaría rodeado de amor, después de todo ese era mi deseo.
Caminé hasta la cuna y la vi, aquella que haría feliz al objeto de mi amor, aquella que ahora se encontraba indiscutiblemente en el centro del corazón de Kaname, solo pensar que estuve a punto de morir por las propias manos de aquel que tanto quise solo por tratar de verla me hizo sentir insignificante; lo más curioso es que en vez de sentir rencor, realmente estuve agradecida con aquella pequeña por haberle devuelto la sonrisa a aquel niño triste que miraba las nubes, así que en un momento solemne en que ella también fijó su mirada en mi, le prometí que lo cuidaría hasta que fuera su turno y con esa mirada renuncie a mis sentimientos. Me di la vuelta con lágrimas en los ojos y una sonrisa en mis labios. Y tomé a Kaname del brazo hasta llevarlo de nuevo a la mansión, prometimos que sería nuestro secreto, el que yo conociera su existencia, sería nuestro secreto, el primer secreto que compartimos en mas de diez mil años.
Al cabo de un par de semanas, mi padre empacó mis maletas y me dijo que nos iríamos a una cabaña en las montañas, su paranoia se había salido de control, sin importar lo que los que aun estaban a su lado dijeran realmente me tomó en brazos y me llevó hasta las montañas, allá alejados de todo y con solo tres sirvientes que habían permanecido fieles a su lealtad, por miedo de lo que me pudiera pasar a mí, decidieron ir con nosotros. Allí pasamos casi un año en completo aislamiento, mi padre ahora duraba semanas enteras encerrado y cuando salía simplemente desaparecía, cuando volvía siempre volvía a su encierro rara vez me miraba, decía que mi rostro le recordaba demasiado a mi madre lo cual le resultaba extremadamente doloroso, me daba cuenta que me evitaba todo lo que le era posible, si realmente fuera una pequeña de cuatro años hubiera sido algo muy difícil de superar.
Y así pasaron las semanas y luego los meses, hasta que un día, me levanté y tomé el desayuno como era costumbre, y salí a recoger frutillas que había sembrando ya hacía tiempo y esperaba ansiosa que maduraran, pasé toda la mañana en lo profundo del bosque que rodeaba toda la casa, pero de pronto un olor a sangre y muerte me abrumó, corrí con todas mis fuerzas de regreso pero no fue suficiente, al llegar incluso yo que había estado en incontables batallas y que había dado muerte a incontables hombres no pude evitar caer al suelo y derramar todo un mar de lagrimas al ver aquella horrible masacre, mi padre enloquecido había llegado a la conclusión que al matarme su amada esposa volvería a la vida, y en su locura vio a nuestros sirvientes como conspiradores para eliminarle y quedarse con sus poderes de sangre pura, salió sin control de su habitación en la cual había estado las últimos seis meses gritando y buscándome para asesinarme, mis leales sirvientes que habían soportado todo lo anterior por mi seguridad trataron en vano de calmarlo, él los atacó con todo su poder, y aunque estaba debilitado por la desnutrición aun era un sangre pura, así que incluso fueron necesarios los tres juntos para acabar con él antes que él acabara conmigo sin embargo no fueron lo suficientemente fuertes para matarlo y seguir con vida, utilizaron todo su poder y dieron su vida con tal de conservar la mía.
Estaba devastada, ellos habían estado conmigo todo ese tiempo y ver sus cenizas mientras el viento se las llevaba como si fueran solo desechos me destrozaba, cuando estaba en el suelo y mis lagrimas convertían el polvo en barro, el sol se comenzó a ocultar, sentí un aroma suave que me calmaba un olor a flores silvestres que no conocía y en el último rayo de luz vi la silueta borrosa por mis lagrimas de un hombre que se acercaba, su cabello era del mismo color que ese último rayo de sol, y ondeaba al viento mientras desenvainaba una katana, era claro que sus intenciones eran acabar con alguien,
-Llegas tarde cazador-, susurré aun en el suelo incapaz de mover un solo músculo, él se acercó y recogió con sus manos una puñada de las cenizas que había dejado atrás la locura de mi padre, luego lo devolvió al suelo y me miró por un segundo,
- ¿estas sola no es así?
Me dijo luego de verme llena de barro, asentí con la cabeza, me recogió en sus brazos y comenzó a alejarse de la casa, mientras hablaba mirando hacia adelante
-kyaa, me fue muy difícil encontrar tu casa ¿sabes?, nos llego un informe, a la asociación de cazadores, que había un vampiro que había salido de control y estaba atemorizando a un pequeño pueblo, por eso estoy aquí, ¿ese hombre era amigo tuyo?
Me preguntó ignorando por completo que era una pequeña, casi parecía que conocía mi secreto, le expliqué que era mi padre y que la única razón por la que estaba viva era porque mis amigos se habían sacrificado por mi, en ese momento me sorprendí un poco, era la primera vez que les llamaba amigos y no sirvientes, aunque en ese momento ya no importaba, él me llevó consigo hasta una pequeña casa en medio de la ciudad, me pidió que me quedara ahí y que por ningún motivo fuera a salir, de nuevo asentí con la cabeza, me dejó sobre la cama de una habitación pequeña y vacía y luego salió por la puerta como si nada.
Paso un rato antes que recorriera la casa y me sentara a ver el exterior en frente de una pequeña ventana que había en aquella habitación, vi como amaneció y como de nuevo volvió a caer la noche, realmente no me importaba mucho esperar un poco más, después de todo no tenía otro lugar al cual ir.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, solo recuerdo haberme perdido en la forma de las nubes durante horas, hasta que escuché el sonido de una llave al tratar de abrir la puerta sin éxito, sentí el olor de mucha sangre, por lo que abrí la puerta con el corazón en las manos, no podía permitirme perder a nadie más, fue lo qué pensé en ese momento, cuando abrí la puerta el cazador estaba derrumbado contra ella, cubierto de sangre y tierra parece que había sido una batalla muy feroz, lo tomé como pude y traté de levantarlo, sin embargo ni siquiera contando con la fuerza superior que poseía por herencia pude alzarlo del suelo, él se dio cuenta del gran esfuerzo que estaba haciendo así que usó lo que le quedaba de fuerza en el cuerpo para apoyarse sobre mis hombros y permitir que lo arrastrara dentro de la casa. Limpie sus heridas y vendé lo que pude con esas pequeñas manos que en ese momento me parecieron tan inútiles, y él me miraba con una ternura que no se le debía dedicar a un enemigo, porque aunque estuviera tan preocupada y aunque sanara sus heridas, éramos después de todo una princesa sangre pura y un cazador, fueran cuales fueran las circunstancias.
Ambos quedamos muy cansados, el tratar de cuidar de alguien estando en un cuerpo tan pequeño resultó ser más agotador de lo que esperaba, así que ambos nos quedamos dormidos, para ser sincera hacían meses que no dormía, cada vez que intentaba hacerlo, horribles pesadillas terminaban despertándome al poco tiempo, así que prefería quedarme viendo a través alguna ventana, las copas de los árboles mecerse al viento, o cómo los conejos corrían de un lado a otro, antes que tener que revivir esas horribles imágenes; sin embargo en ese momento logré conciliar el sueño, cuando desperté, el cazador aun seguía dormido, recuerdo que me dije a mi misma que no parecía un verdadero cazador en ese momento, la expresión que tenia en su rostro era tan pacifico y sereno que nadie creería que cayó exhausto de esa manera al pasar por una cruel batalla; y de nuevo un pensamiento llego a mi mente, -¿Cómo puede dormir tan tranquilamente teniendo a un vampiro durmiendo a su lado? aunque era una niña era perfectamente capaz de usar mis colmillos; pero luego recordé que yo había dormido de la misma manera, siendo él completamente capaz de utilizar una espada, luego pensé que si hubiera querido acabar conmigo lo hubiera hecho cuando me encontró en la mitad del bosque, sola, y devastada, y si yo hubiera querido alimentarme de él, lo hubiera hecho cuando me cargó en sus brazos momentos después. Nos dimos un voto de confianza silencioso que no caduca con el tiempo, por eso solo soy capaz de soñar cuando se encuentra a mi lado, él se encargó de mi, la sociedad vampírica lloró mi muerte, tanto como la de cualquier sangre pura, así que estuve libre de mis obligaciones por un tiempo, Cross Kaien, el cazador que se volvió mi amigo, mi compañero, mi vida, gracias a él pude recuperar mucho de lo que perdí aquel día entre el barro, viví con él en aquella pequeña casa escondiéndome cada vez que uno de sus ruidosos compañeros llegaba de visita, tratando de esconder mi presencia para que ninguno de los dos termináramos en problemas.
Sin embargo luego de poco más de un año, el consejo de ancianos se enteró de la verdad y no les tomó mucho tiempo sacarme de aquel lugar, no sin antes, denominar de vulgar e imposible el lapso de mi vida que pasé lejos de mis obligaciones como la princesa heredera de la casa Higurashi. Así me despedí de mi momentánea felicidad y fui arrastrada de nuevo al mundo en el cual me vi forzada a nacer, más de una vez. Ichiou-san la cabeza del consejo de ancianos, se encargó de enviarme de vuelta a la mansión que había abandonado hacía ya tiempo por las constantes alucinaciones de mi padre, y puso tantos guardias para protegerme que fue más que obvio que lo único que buscaba era mantenerme vigilada, no era más que un ave en una jaula de oro, llena de lujos pero privada de aquello que me hacia feliz, la vida al lado de Kaien.
De vuelta en este mundo lo primero que se organizó fue una fiesta para festejar mi regreso, a la cual asistieron muchos representantes de las demás familias de sangre pura que aun quedaban y muchos nobles que tenían tantas preguntas molestas como se pueda imaginar, a esta reunión me sorprendió mucho ver que los Kuran fueron unos de los primeros en llegar, cuando cruzaron la puerta no pude evitar correr a los brazos de Juuri que me abrazó de una manera tan sincera que logró que se derramaran las lagrimas de mis ojos, cuando ella me soltó, fue Haruka quien con una gran delicadeza me sujetó de la cintura y me puso a su altura, y con una mirada amable y cálida, me contó lo triste que les había puesto la noticia de mi muerte y lo mucho que les alegraba encontrarme en ese momento, estaba tan conmovida que no tuve tiempo para prepararme para verlo de nuevo, habían pasado algunos años desde la última vez que lo había visto y cuando Haruka me puso de nuevo en el suelo mi corazón sufrió una aceleración muy difícil de ocultar, en el momento que lo vi; comenzaba a recuperar los rasgos con los que lo conocí, y eso era un choque demasiado fuerte para poder tomarlo con calma, pensé que moriría en el momento que me estrecho en sus brazos con la fuerza que lo hacía cuando no era yo, cuando era ella, y me susurró en el oído que por más que me viera, el tenerme en sus brazos era la única prueba que realmente estaba allí. Desee que ese momento durara para siempre, pero por alguna razón la imagen de Kaien apareció en mi mente en ese momento, y pensé que realmente deseaba tenerlo allí, sería una felicidad completa si pudiera tener a las dos personas que me eran realmente importantes.
La velada transcurrió sin ningún contratiempo, y mentiría si dijera que no pase un buen momento, cuando todo acabó, recorrí toda la misión, realmente no sé porqué lo hice, pero tenía la sensación que debía hacerlo sin importar que. -De todas maneras no puedo dormir sin Kaien- pensé, así que pase el día dando una vuelta tras otra entrando a cada habitación y revisando cada objeto en ellas.
Y así transcurrió un tiempo algo tranquilo, ya tenía edad para encargarme de los deberes que conllevaba mi posición, y me alegraba tener de nuevo el suficiente poder y poderlo controlar, pasaba mucho tiempo en la casa de los Kuran, la mayor parte del tiempo estudiando al lado de Kaname, habían ocurrido muchas cosas en los diez mil años que dormí, así que debía actualizarme, de vez en vez escapaba y observaba a la pequeña niña por la ranura de la puerta, siempre que iba crecía cada vez más, y cada ves que lo hacía, yo reafirmaba mi promesa de cuidar de Kaname hasta que ella tuviera la edad y la fuerza para hacerlo por si misma.
Un día mientras estudiábamos en una sala adecuada solo para nuestro uso, mientras yo ponía más atención a intentar alcanzar el suelo con mis pies que a lo que estábamos leyendo, Kaname cerró el libro de un golpe, pensé que me reclamaría por no poner atención a lo que él trataba de aprender, sin embargo cuando lo miré, sus ojos parecían distantes, al parecer él tampoco se podía concentrar demasiado, -¿Qué ocurre? le pregunté, pero él no me respondió, realmente estas recuperando tu personalidad ¬¬, me dije a mi misma, nos quedamos en silencio por un momento, hasta que Kaname dirigió su mirada a mis pies.
-¿Aun no alcanzas el suelo? me dijo con una sonrisa amable y tímida,
- tch, no, te burlas de mi solo porque eres más alto, pero sabes que nunca me alcanzarías si tuviéramos una carrera.
Realmente me alegraba mucho ver esa sonrisa, aunque le había prometido a aquella chiquilla enterrar mis sentimientos, esa sonrisa lograba derrumbar toda mi voluntad, -sabes, me es muy difícil mantener mis promesas cuando sonríes así,-susurre lo suficientemente bajo para que él no lo escuchara, pero fallé totalmente, sus ojos se quedaron viéndome con un rostro que reflejó confusión, pero al momento su expresión cambió, estaba decidido a decirme algo, lo conocía lo suficientemente bien para darme cuenta cuando quería hablarme de un asunto serio , pero jamás me imagine lo que me dijo a continuación.
Su mirada se detuvo en mi rostro y mi cuerpo se paralizó estuve inmóvil, mientras el escrutinio de su mirada no me permitía siquiera parpadear, sentí el tiempo detenerse y a mi cuerpo quedar petrificado, reuní todas las fuerzas que me permitió la situación y le pregunté que ocurría con una voz temblorosa, alejó su mirada, y esta vez la fijo sobre el libro de historia que teníamos sobre la mesa.
-¿Puedo preguntarte algo?-, su voz tenía ese tono amargo que tantas veces me lastimó, quise decirle que no, tenía el presentimiento que algo pasaba y que todo iba a cambiar, pero no pude, creo que después de todo soy incapaz de decir que no a sus peticiones, así que asentí con la cabeza con miedo e incertidumbre, de nuevo clavó sus ojos en los míos, analizando cualquier expresión, cualquier movimiento, quizás pensó que podría mentirle, lo que él no sabe es que soy tan incapaz de mentirle como de negarle una petición, sin embargo en ese momento bajó su mirada y vi claramente como las palabras se atascaban en su garganta, así que me acerqué, y acaricié lo alto de su cabeza –eres un buen niño Kaname- pero su reacción me hizo dar un paso atrás, se dio la vuelta bruscamente y con una expresión completamente sorprendida me tomó con fuerza del brazo y me acercó peligrosamente a él, -¿Qué acabas de decir?- Me dijo con los ojos tan abiertos como la anatomía lo permite, quede inmóvil, no supe que decir.
No sabía que estaba pasando, que había ocurrido para que él se comportara así, que había dicho para que él reaccionara de esa manera, pero mientras trataba de buscar una respuesta en mi mente, él se puso de pie y se acercó demasiado a mi, si daba otro paso sentiría mi corazón tratando de salir de mi pecho, con mi brazo aun entre sus manos, empujó mi cuerpo hacía él, y me estrechó tan fuerte que pensé que partiría mi cuerpo en dos, -perdón- me susurró en el oído, y de nuevo quede paralizada, nos sentamos de nuevo en la mesa, pero claramente veía, que aun había algo que le molestaba, no podía dejar de preocuparme, no podía dejar de pensar porqué de nuevo tenía esa mirada; y fue en ese momento que con la una voz frágil, pero serena dijo: -lo recuerdo-, a mi mente y a mi corazón llegó una avalancha de sentimientos, y emociones encontradas, recordaba, recordaba su pasado, recordaba su vida, me recordaba, y mientras mi corazón se llenaba de gozo entendí que la única razón para decirme esas palabras era que lo sabía, sabía que era yo, sabía que me había quedado con él, sabía que había vuelto de los brazos de la muerte para estar a su lado, habían tantas cosas en mi mente, tantas cosas que decirle, que al final no pude decir nada, millones de ideas trataban de cruzar mis labios al mismo tiempo y era un fracaso, al final lo único que pude hacer fue ponerme de pie y abrazarlo lo más fuerte que pude, evitando con todas mis fuerzas llorar.
-Entonces en verdad eres tu, no es cierto?- me dijo, por un momento me pregunté como lo había descubierto, hace cuanto que lo sabía, que había sentido cuando recuperó sus recuerdos, tenía tantas preguntas para hacerle, pero no quería abrir mi boca, no quería que ese momento se acabara, de nuevo era mi Kaname, de nuevo era él, de nuevo lo tenía a mi lado, sin embargo, vi en sus ojos la confusión, ahora yo no era la que ocupaba su corazón y mi existencia solo lo ponía en un aprieto debía recordar mi promesa, debía renunciar a mis sentimientos, debía proteger su corazón hasta que ella tuviera la fuerza para llenarlo, cuando recordé todo eso, escuché el sonido de toda una vajilla cayendo al suelo y rompiéndose en mil pedazos quizás era el sonido de mi corazón mientras se rompía, aun así debía dejarlo ir. Debí luchar contra mi misma para soltarlo y alejarme, mi intento de ser sutil fue un total fracaso, él notó completamente mi cambio de actitud, sin embargo no dijo una sola palabra, todo fue silencio, yo volví a mi lugar dispuesta a tener una conversación sería con él ahora que habían vuelto sus recuerdos.
Comenzó contándome que todas esas imágenes habían llegado a él cuando supo la noticia de mi supuesta muerte, me dijo que había sido como si una avalancha lo sepultara entre recuerdos y que cuando supo que realmente estaba bien había sentido una gran alegría, hablamos durante horas, y cuando menos nos dimos cuenta el sol comenzó a salir, así que ese día me quede en la mansión Kuran, aunque sabía que no podría dormir, después de todo no tenia a Kaien a mi lado así que me quedé en la habitación que prepararon para mi, leyendo y pensando, no había pasado a la segunda pagina del libro que tenía en las manos, cuando tocaron la puerta y una voz suave preguntó si dormía, yo contesté que no y cuando se abrió la puerta era Kaname, que me tomó de la mano y me sacó de la habitación, bajamos hasta el sótano de la mansión y encontramos la puerta que daba al cuarto oculto donde se encontraba la princesa Kuran, me miró esperando mi aprobación, así que yo di un paso al frente y abrí la puerta, Yuuki estaba completamente dormida, así que entramos muy despacio para que nuestros pasos no la despertaran, Kaname dio unos cuantos pasos más y se detuvo al lado de su cama, y con una voz apagada pero segura, me pidió perdón, me dijo que no había sido capaz de protegerme cuando había tenido la oportunidad y que ahora era su turno, realmente ella esta en su corazón, es lo más importante en su mundo, esa noche me hizo saber cuanto deseaba mantenerla segura, la indecisión se había esfumado, pensé que era innecesario lo que estaba haciendo, pero luego entendí que lo estaba haciendo por mi, entendí lo culpable que se había sentido tras mi muerte y esa era la razón por la que había sellado sus recuerdos en primer lugar, el tener que vivir una segunda vida con el peso de un pecado como ese era imposible de soportar.
Me dolía verlo sufrir de esa manera solo por recordarme, me dolía saber que lo que le trajo mi decisión no fue alegría sino tristeza, así que de nuevo tomé su mano y salimos antes que alguien descubriera que habíamos estado allí y nos impusieran un castigo indigno de nuestra edad, lo llevé hasta mi cuarto y le expliqué que no tenía de que preocuparse, el que yo estuviera allí no significaba que tuviera que darme su corazón como lo había hecho la primera vez, trataba de hacerlo sentir mejor, pero esas palabras quemaban mi garganta cuando intentaban salir, era verdad que lo amaba por eso mi amor tenía que obligarme a dejarlo, así él sería feliz con alguien que no fuera tan egoísta como yo. Acepto que fue una decisión que me pesó durante mucho tiempo, pero mi promesa era cuidarlo y hacerlo feliz mientras Yuuki pudiera tomar mi lugar.
En algún punto de aquella conversación me di cuenta de la batalla que tenía lugar en su corazón, así que por su bien y por el mío, le mentí. Me tomó 10 años convencerlo que aunque los recuerdos de la mujer que había amado y que había perdido estaban en mi mente, yo había nacido bajo otro nombre y bajo otro destino y esa no era yo, que aunque pudiera relatarle con exactitud toda nuestras vidas, mi vida consciente era otra, así que tuve que cambiar, esconder los rastros de mi alma, o desaparecer de su vida, todas eran decisiones imposibles, pero que se debían tomar.
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